¿Alguna vez has fracasado? Recuerdo la historia de un niño que visito con su papá el circo, el niño estaba emocionado de ver al elefante en acción y así sucedió, ambos disfrutaron el show entre sonrisas y asombro. Al terminar todo el niño iba junto a su papá comentado todo lo que había disfrutado, hasta que pasaron cerca del elefante, el niño se emocionó y le pidió a su papá que le tomara una foto, luego de eso el niño iba callado, el papá al darse cuenta le pregunta: ¿Qué paso porque se te borró la sonrisa? Y el niño le contesta: papá si el elefante es tan fuerte y grande, porque no arranca esa cadena que lo ata a una estaca. ¿El podría verdad? Sí, le contesto su papá, pero el problema no es la fuerza, a estos elefantes desde pequeños les ponen esta cadena y ellos luchan una y otra vez hasta que se dan por vencidos y no lo intentan más, al llegar a grandes están convencidos de no se puede.
Cuando leí esta reflexión me puse a pensar en cuantas veces nos damos por vencidos por los múltiples fracasos que hemos experimentados a lo largo de nuestra vida, fracasamos en la vida, en lo espiritual, en las relaciones o en algún proyecto que comenzamos. Y es ahí donde creemos que nuestro mundo ha terminado, pero el verdadero problema es que lo estamos intentando con nuestras fuerzas y no pedimos ayuda por temor, por autosuficiencia, vergüenza, etc. Uno de estos días sentía que no podía más y me topé con este versículo que me dio fuerza, esperanza:
Filipenses 1:6 (NTV)
6 y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.
Sentí como Dios diciéndome: «Yo sigo creyendo en ti, no importan tus caídas, sino que te vuelvas a levantar y aprendas a confiar en mi, porque juntos tendremos victoria, solo déjame seguir trabajando en tu vida.» Y esto mismo te dice Dios hoy, aférrate a El, pídele ayuda, sabiduría, paz. Sabes la biblia esta llena de personas que fracasaron, batallaron con sus debilidades, eran tan imperfectas como tu y yo. Observa esto:
Job deseaba que nunca hubiera nacido. (Job 3:11).
David oraba para que fuera llevado a un lugar donde no tuviera que lidiar con la realidad. (Salmo 55:6-8).
Elías, aún después de vencer a los 450 profetas de Baal pidiendo que bajara fuego del cielo (1 Reyes 18:16-46), huyó al desierto y le pidió a Dios que le quitara la vida (1 Reyes 19:3-5).
El fracaso que puedas experimentar en tu vida puede amargarte o hacerte crecer, tu decides como quieres enfrentar la vida, pero con Dios aún tus errores, tus pecados transformados por Él se vuelven testimonio que edifican la vida de otras personas. Haz tuyas las palabras sinceras del salmista:
Salmo 73: 21-26 (NTV)
21 Entonces me di cuenta de que mi corazón se llenó de amargura, y yo estaba destrozado por dentro 22 Fui tan necio e ignorante, debo haberte parecido un animal sin entendimiento. 23 Sin embargo, todavía te pertenezco; me tomas de la mano derecha.
24 Me guías con tu consejo y me conduces a un destino glorioso.
25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra.
26 Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre.
Te comparto algunas palabras que llenaron mi corazón en un artículo que leí en momentos de dolor:
Porque…el fracaso no significa que soy un fracasado; significa que todavía no he triunfado. El fracaso no significa que no he logrado nada; significa que he aprendido algo. El fracaso no significa que soy inferior; significa que no soy perfecto. El fracaso no significa que he desperdiciado mi tiempo; significa que tengo una excusa para comenzar otra vez. El fracaso no significa que debo darme por vencido; significa que debo hacerlo con Dios. El fracaso no significa que nunca lo haré; significa que necesito más paciencia. El fracaso no significa que me has abandonado; significa que debes tener una mejor idea para mí.
¡Atrévete a tratar los fracasos como lecciones de aprendizaje!
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