Yo soy lo mejor, yo soy muy bueno, yo merezco todo, como yo no hay nadie, yo soy el más guapo, yo soy la más bonita, primero yo, después yo y por último yo, así muchas veces andamos en la vida jugando el yo–yo. ¿Te identificas con alguna? Vivimos en un mundo centralizado en nosotros, en donde nosotros somos dioses los que dictamos que sí y que no permitimos o lo que realmente merecemos, viviendo vidas egocéntricas que destruyen todo a su paso.
Cuántos de estos u otros argumentos vivimos y adoptamos como convicciones en nuestro «Mundo del YO», no te has dado cuenta como este sistema nos ha robado los valores, la familia, el amor, el tiempo de calidad y lo que realmente es importante? Mira lo que sucede en el mundo, esto que vivimos en la actualidad esta sacando lo peor o lo mejor de muchas personas. Nos hace sentir que estamos bien, hasta que los sucesos, crisis, problemas, muertes nos recuerda lo débiles que somos.
Nuestro mayor error como seres humanos es creer que si tuviéramos X o Y cosas materiales o personas entonces seriamos completamente felices, si tengo más dinero, más posesiones, si visto de esta marca, o me tomo fotos con cafés de renombre, o expongo en las redes toda la cantidad de seguidores o likes me hace ser importante o sentirme completo y pensar así es un auto engaño. ¿Por qué muchos vivimos en el supuesto mundo del YO sin ponernos en el lugar de los demás? Porque muchas veces es nuestro escape, nuestro disfraz, nuestra mascara de dar el mensaje: yo puedo solo, no necesito de nadie, yo soy el que controla, el que tiene el poder, no me importa nada ni nadie, pero detrás de esa mascara hay una persona sedienta de aceptación y aprobación. Queremos ser parte de algo, de alguien, sentirnos amados, que valemos y somos útiles.
¿Sabes porque Dios quiere que seamos libres? Por que como seres humanos nunca nos llenamos, nunca estamos satisfechos o agradecidos con lo que tenemos, siempre queremos conseguir más y cuando lo conseguimos resulta que ahora queremos otra cosa y así se nos pasa la vida en un círculo vicioso, deseamos, obtenemos, volvemos a desear, obtenemos etc. Pero no es lo que Dios quiere, El esta anhelando hacernos libres del «Mundo del YO» para vivir una verdadera identidad no por lo que tenemos, hagamos o digamos, si no por lo que Él hizo por nosotros en la cruz del calvario.
Yo experimente esto, desde pequeño me comparaban con hermanos, con familiares, con personas, diciéndome cosas como: ¿Por qué no eres como el? ¿Si tan solo tuvieras los logros de esta persona? o ¿Hablaras, vistieras como esta otra? Luche para parecerme a ellos, si ellos eran triangulo y yo circulo, intentaba una y otra vez ser triangulo y así sacrifique mi forma, mi esencia, mis valores y termine frustrado y esto me llevo al otro extremo sin importarme nada ni nadie, ni a medir el daño que les podía causar a los demás, empezando por mi familia, fueron meses creyéndome el todo poderoso, ese mismo problema existe en la iglesia, queremos títulos, posiciones, adoptamos frases que nos den ese sentido de valor, buscamos a Dios no por lo que El es, sino por lo que nos puede dar. Lo más duro es que nos creemos sabios en nuestra prudencia despreciando a los demás y clasificando de acuerdo a el apellido, país de nacimiento, color de piel etc.
Y a todo esto ¿Qué piensa Jesús?
Lucas 18:9-14 TLA
Una vez, Jesús estuvo hablando con unas personas, de ésas que se creen muy buenas y que siempre están despreciando a los demás. A éstas, Jesús les puso este ejemplo. 10 «Dos hombres fueron al templo a orar. Uno de ellos era fariseo y el otro era cobrador de impuestos. 11 »Puesto de pie, el fariseo oraba así: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres. Ellos son ladrones y malvados, y engañan a sus esposas con otras mujeres. ¡Tampoco soy como ese cobrador de impuestos! 12 Yo ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.” 13 »El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó un poco más atrás. Ni siquiera se atrevía a levantar la mirada hacia el cielo, sino que se daba golpes en el pecho y decía: “¡Dios, ten compasión de mí, y perdóname por todo lo malo que he hecho!”» 14 Cuando terminó de contar esto, Jesús les dijo a aquellos hombres: «Les aseguro que, cuando el cobrador de impuestos regresó a su casa, Dios ya lo había perdonado; pero al fariseo no. Porque los que se creen más importantes que los demás, son los menos valiosos para Dios. En cambio, los más importantes para Dios son los humildes.»
William Arthur Ward escribió: “Bienaventurado quien ha aprendido a admirar sin envidiar, a seguir sin imitar, a alabar sin adular y a dirigir sin manipular”. Tu carisma y tus capacidades pueden llevarte a lo más alto, pero sólo Dios que moldea tu carácter, te hace humilde y que te enseña a tener compromiso te podrán mantener ahí.
1 Corintios 10:24 NTV
No se preocupen por su propio bien, sino por el bien de los demás.
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